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lunes, 4 de octubre de 2010

Confinados I

El siguiente relato forma parte del manga Yami no Koe una colección de cuentos cortos de terror (algunos tan muy manchados), este en general no es de terror en sí, me gustó y lo voy a adaptar y contar a mi manera (no es canción). Espero sea de su agrado =).


El primer caso se reportó en la época en que más violencia se desataba en la ciudad. En una de las fuentes del parque municipal, un individuo apareció de repente, parado, con los brazos extendidos formando una cruz, la cabeza gacha, pegada al pecho, con una expresión que mezclaba tristeza, dolor y resignación, la mirada vacía y sin vida, viendo hacia la nada.

Al principio la gente se le acercaba con curiosidad, creyendo que se trataba de algún espectáculo de estatuas vivientes o algo parecido, pero pronto la inquietante expresión del tipo hacía que se retiraran, hasta que la gente comenzó a evitarlo completamente, algunos llamaron a la policía, y cuando un agente llegó para llamarle la atención, respondió con una voz cavernosa y apagada:

-Déjame en paz.

El policía se enfureció por la insolencia, trató de bajarle los brazos para llevárselo a la delegación, pero noto que no podía hacerlo, era como intentar abrir una puerta con las bisagras enmohecidas, con muchos trabajos pudo hacerlo y lo arrastro hacia la patrulla, era como si moviera una estatua, pesaba mucho y necesito la ayuda de otro compañero para poderlo subir a la patrulla. Fue arrestado por alterar el orden público, y sentenciado a 48 horas de encierro.

Al día siguiente, para sorpresa del guardia, volvió a encontrar al tipo en el mismo lugar, y en la misma posición, al reportar a la delegación que habías sucedido, descubrieron que la celda estaba vacía y nadie lo había sacado, misteriosamente desapareció y volvió a ese lugar. Lo volvieron a encerrar, pero fue inútil, siempre regresaba al mismo sitio.

Fue el primero de muchos casos, poco a poco aparecieron en distintos lugares y diferentes posiciones, hombres y mujeres, siempre en posiciones raras, como si estuvieran atados, ya sea de las piernas, con los brazos pegados al cuerpo, en ocasiones en posiciones tan inusuales como si estuvieran sostenido por cuerdas invisibles, porque mantener la posición por sí mismo sería imposible, pero siempre con expresiones sombrías, llenas de esa extraña mezcla de amargura, tristeza y resignación. Todos compartían los mismos síntomas, el cuerpo inusualmente rígido, y cualquier intento por removerlos era inútil, siempre volvían al mismo sitio. 

Dado este tipo de "destierro" voluntario, provocó que la gente comenzara a llamarlos los confinados, reclusos de algún extraño motivo. Comenzó a correrse el rumor de que lo que le pasaba a los confinados era una extraña enfermedad que era contagiosa, por lo que la gente los evitaba, quedándose cada vez más aislados.


Continuará...

2 comentarios:

  1. Y yo que quería saber el final y leo "Continuará". Aís, tendré que esperar :/

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  2. Bueno, primero quería ve que tal me salía, lo tengo pensado hacer en 3 partes :). Espero me haya salido bien esta.

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