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jueves, 26 de agosto de 2010

Noche tormentosa.

En este mundo hay cosas inexplicables, el siguiente caso es un ejemplo de estas cosas raras, se supone es real, cada quien saque su propia conclusión.

Sucedió el verano del año pasado, tomé unos días de vacaciones, y me decidí a recorrer los pueblos del estado donde vivo. Pensaba pasar así varios días, todo empezó bien, hasta aquel día, en que tenía que atravesar la sierra, se desató un temporal, con muchas tormentas.
Ese día no pude salir del hotel, y aburrido fui a comer algo al restaurante del hotel, el mesero que me atendió ante la soledad del local, debido a las condiciones del tiempo, se quedó a hacerme plática. Le comenté que me pensaba ir esa noche, porque ya estaba aburrido de no poder hacer nada, así aprovecharía todo el siguiente día en el próximo pueblo de mi ruta, que estaba como a 60 kilómetros.

El mesero me comentó que mejor esperara al día siguiente para irme, porque la carretera por la que debía pasar era peligrosa, se adentraba en la sierra y era muy solitaria, además de que pasaban cosas extrañas por ese camino. Yo no pude evitar sonreír pensando que era otro típico pueblerino supersticioso, y aunque visiblimente ofendido porque alcanzó a interpretar la razón de mi gesto, me dijo que me lo decía en serio.

Tratando de disculpar un poco mi actitud le agradecí el consejo y terminando la comida me regresé al cuarto, sin tomar importancia a su advertencia y aprovechando que la lluvia había bajado, arreglé mis cosas y salí como a eso de las 9 de la noche al siguiente pueblo. Al principio el viaje iba muy bien, pero el clima en la sierra es muy impredecible, de pronto se soltó una tormenta muy fuerte, lo que unido a lo sinuoso del camino, me hizo bajar mucho la velocidad, por lo que el tiempo comenzó a extenderse y  en mi cabeza empezaron a resonar las palabras del mesero, cada vez más fuertes, a tal punto que terminé por hacerme la pregunta que rompe con toda barrera de la lógica y razonamiento: ¿Y si tenía razón el mesero? , pensé.

Más tarde en preguntármelo, que lo que me llené de dudas y temores. Al principio dudas razonables, que pasa si se me apagar el carro, si hay un deslave más delante, si una creciente atraviesa la carretera, si hay asaltantes, pero poco a poco, otra más irracional y descabellada llenaba mi cabeza, que tal si realmente cosas extrañas sucedían en ese camino.

Mis nervios crecían, cuando de repente, por los mismos nervios y unas curvas cerradas, no alcancé a ver que  una cuneta que hacia la carretera se había inundado, y al pasar el coche se hundío en el pequeño lago, le entró agua al motor  y casi inmediatamente se apagó. Sentí que el mundo me caía encima, imaginaba al mesero riéndose de mí, y me preguntaba si tal vez vería llegar el día siguiente. Decidí quedarme en el coche hasta que bajara la tormenta, que para mi mala fortuna era más fuerte, pero al ver que la carretera seguía inundándose y que la tormenta no bajaba de intensidad, preferí bajarme y seguir a pie, porque el riesgo de una creciente de agua, o de que un deslave en la ladera que estaba cerca, acabaría por hacer del coche mi ataúd. Según mis cálculos no estaría a más de unos 5 kilómetros de mi destino.

La noche estaba muy oscura por la tormenta y solo de vez en cuando se iluminaba por los rayos y relámpagos, y empecé con mi triste andanza, lleno de nervios, que con cada rayo se iba convirtiendo en miedo, esperando con cada destello de luz, ver salir de los árboles alguna sombra siniestra, de alguien que quisiera lastimarme, ya no solo de este mundo, sino también poco a poco me fui convenciendo que del más allá también. No hay como estar atrapado en una tormenta en medio de la nada , para olvidarse de la lógica y la razón.

Tras unos minutos de caminata, que fueron horas para mí, tras un relámpago pude ver a lo lejos un reflejo metálico cerca del camino, supuse sería otro coche parado, por lo que por un momento mis temores se fueron, y solo tenía en mente la idea de hacer contacto con otro ser humano, así que apresuré el paso. Cuando al fin llegué a donde había visto el brillo, distinguí la sombra de un auto, pero para mi desconsuelo, no vi a nadie en él, la tormenta arreció aún más, no se escuchaba otro ruido más que el de la lluvia, por lo que al intentar abrir la puerta y ver que no tenía seguro, no dude en  entrar, la zona ya no era propensa a inundaciones y decidí esperar dentro hasta que bajara la lluvia. Tratando de controlar mi estado de ánimo, cerre los ojos y me recosté en el asiento, y sin pensarlo me quedé dormido.

No se cuanto dormí, pero de pronto en un minuto sentí que mi vida terminaba,   el coche hizo un movimiento brusco y la trompa se levantó, el coche seguía solo, los fantasmas y espíritus volvieron a mi cabeza,  de repente se dió un  jaloneo hacia adelante y el auto comenzó a avanzar solo, estaba lleno de terror y no abrí los ojos, comencé a escuchar murmullos raros, que por la lluvia no podía identificar, cuando la puerta del coche se abré intenpestivamente, y entre el golpe de la lluvia puede sentir que algo  me tomaba de la pierna fuertemente, sentí que todo me daba vueltas , y no supe de mí.

Desconozco cuanto tiempo estuve inconsciente, pero supongo no fue mucho, porque al abrir los ojos aun estaba oscuro y seguía lloviendo, un brinco inesperado regresó mis miedos, el coche seguía moviéndose solo, me volví a llenar de desesperación, de repente sentí que el auto dejaba de moverse, y volví a escuchar murmullos, está vez, eran más claros porque la tormenta ya estaba amainando, se hicieron más y más fuertes, distinguí voces, más no sabía si de vivos o muertos, y lo que escuché nunca lo olvidaré, siempre estará retumbando en mi cabeza:

De entre las voces pude distinguir lo siguiente:

-Oye, fijate si el wey que se metió al coche en lo que traíamos la grúa ya despertó.

-Simón, wey, ya se está levantando, hay que cobrarle pasaje.

Desde entonces, cada vez que escucho los rayos que anuncian una tormenta, estas palabras resuenan una y otra vez en mi mente, creo que jamás podré sacármelas de allí.

Esto le sucedió al primo de un amigo, juzguen ustedes si es real o no...

6 comentarios:

  1. Recuerdo que una vez, yendo a Bélgica en coche, al cruzar la frontera de Francia me vino un auténtico monzón. No fue una buena experiencia jeje

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  2. Es feo estar en medio de una tormenta cuando vas en el coche, este "relato" lo puse por ocurrenet jeje

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  3. Este relato es muy conocido así que no sé si algún incauto se lo habrá creído antes de llegar al final, jejeje.

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  4. jeje, pensaba en poner el de la viejita que atropeyan pero se necesita que alguien esté escuchándolo, más que nada lo puse para prácticar la escritura, porque quiero poner un relato mas serio más delante.

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  5. Jajaja q buena broma 😃

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