T’arhe uarhakua

México tiene una gran variedad de culturas prehispánicas, aunque la más conocida es la de los Aztecas  (los Mayas abarcan más que solo México), y en la región en la que vivo, se acento una de las más importantes, los Purépechas. Esta cultura se formó cuando se mezclaron una tribu que llegó a la zona, conocida como los Tarascos, con los pequeños grupos que ya habitaban la zona. Uno de los aspectos más reconocidos de los Purépechas es la música, con sus pirecuas, y por lógica, cuando hay música, hay baile, y uno de los más reconocidos ya no solo en el país sino en otros países, es la danza de los viejitos, que en lengua purépecha se escribe como se llama la entrada.

Esta danza tiene sus orígenes en épocas anteriores a la llegada de los españoles, cuando los chamanes bailaban en sus danzas rituales, al ritmo de flautas de carrizo y tambores,  con la llegada de los españoles se adaptó tanto la música como las danzas, ahora los participantes eran danzantes ataviados con máscaras y la indumentaria típica de los indígenas. Estas máscaras llevan la figura de viejitos desdentados, ancianos que originalmente evocaban a esos chamanes, luego, tal vez por presión de los evangelizadores, las máscaras comenzaron a incluir a ancianos con rasgos europeos también.

Conforme pasó el tiempo la danza fue tomando sus características actuales, en las que entre 3 y 5 danzantes (normalmente, aunque pueden ser más), ataviados con la indumentaria clásica de manta, eso sí, muy adornada, la máscara de viejito y el sombrero, las danzas que se hacen pueden tener dos variantes distintas, una en la que se hace gala de una gran condición física al realizar sendos zapateados, y otra más cómica, donde, emulando movimientos vacilantes de viejitos, caen y ruedan por el suelo, mientras otro viejito intenta levantarlo del piso, generalmente de forma infructuosa y cayendo también el rescatador. En ocasiones se incluye un mini viejito, un niño disfrazado, lo que le da mayor simpatía al número.

Estos bailes se llevan representando muchos años en plazas, ceremonias y eventos en Michoacán, México y otras partes del mundo, son únicas en su estilo, y es un legado cultural de mi estado al país y al mundo.