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sábado, 14 de mayo de 2011

Cacería

Fue durante la invasión de las bestias cuando lo vi, yo tendría algunos 19 años, hace tanto que ya no lo recuerdo bien, me había unido a un pequeño grupo de guerreros que creía que podíamos hacerle frente a estas bestias. Tras varios encuentros donde nos había ido relativamente bien, con bajas, pero siempre acabando a estas cosas,  comenzamos a pasar a la ofensiva, en lugar de esperar ataques de ellos, nosotros pasamos a realizarlos.

Estas bestias, que muchos les llamaban politks eran como hombres un tanto bajos, medían unas 10 cuartas y de lejos parecían muchachos, pero al acercarse, su respiración tan fuerte, su penetrante olor, los ojos hundidos, sin cejas ni pestañas y de un amenazante color rojo, y los extraños gruñidos que emitían en cuanto notaban la presencia de alguien, hacían darse cuenta al desgraciado que los había confundido que acababa de cometer el último error de su vida.

En una de las ofensivas que realizamos, un escuadrón de 20 personas nos dirigimos hacia donde nos habían indicado los exploradores, una arbolada cerca del valle del pueblo, en donde un grupo de politks estaban acampando, tras un rápido movimiento nos pusimos en formación aprovechando los árboles a nuestro favor, y en un momento, los arqueros del grupo, 5 de los mejores de la región, con sendos y precisos disparos abatieron a varias de las criaturas, tras este ataque, los más rápidos arremetieron contra los sorprendidos politks, un grupo de 7 gentes de los que llamamos golpeadores.

Golpear y correr era la táctica que seguían, armados con afiladas dagas y espadas cortas, su tarea consiste en dar un solo golpe que debe ser mortal, o si no es posible un golpe así al menos dejar incapacitado a quien lo recibe al atacar alguna extremidad del enemigo, y después salir del radio de la batalla tan pronto como llegaron, todo en un solo movimiento, ya que se debe evitar entrar en combate directo. Ya fuera de la acción directa, deben estar al acecho en busca de oportunidades de ataque, de atención a heridos o para vigilar si vienen refuerzos del enemigo.

Lograron acabar con unos cuantos más, quedando menos de la mitad del grupo de enemigos,  siguiendo el plan de acción planeado y con gran presición otra ráfaga de flechas les llegó a los enemigos en cuanto los golpeadores se alejaron lo indispensable, llegando justo a la acción el resto de nosotros, mejor armados y protegidos que los golpeadores, pero también más lentos, para lidiar con los sobrevivientes, alrededor de la tercera parte del grupo original, estos engendros son temibles en el combate cuerpo a cuerpo, por lo que enfrentarse a ellos sin estar bien equipado es la muerte.

Eramos 8 guerreros, todos con armadura pesada, cascos y armados al gusto de cada quien, con grandes y pesadas armas si querías terminar todo de un golpe arriesgandote a que si fallabas era muy alto el riesgo que se corría, o armas un poco más pequeñas y ligeras que permitían tanto el ataque como la defensa, aunque tampoco era seguro salir con vida de los enfrentamientos, yo en esa ocasión llevaba una espada larga y un escudo mediano, al que también usaba para atacar cuando había oportunidad.

La estrategia salió perfecta, ya que pronto quedaron solo 3 de los enemigos, y no sufrimos bajas, solo algunos heridos que estaban bien relativamente, el solo hecho de haber sobrevivido a sus ataques ya es ganancia, para evitar sustos, 6 de los nuestros salieron en persecusión de los politks restantes, que corrían hacia una colina cercana, los demás nos quedamos para atender a los heridos y celebrar nuestra "victoria", tras la euforia tras la batalla, llegó la calma , y luego la extrañeza, ya que los perseguidores no regresaban, un mal presentimiento y un raro frío en mi nuca llegó, así que llamé a uno de los guerreros, y dado que el tenía mejor trato con los demás, lo convencí para que regresara a la mayor cantidad de hombres posibles.

La excusa fue llevar a los heridos a atender y dar reporte de lo sucedido, asi que a fin de cuentas nos quedamos 4, un arquero, un golpeador, un guerrero, el mejor de todos los que ibamos, de los pocos  que era capaz de enfrentarse a más de una criatura de estas a la vez  y yo, ellos se quedaron porque al igual que yo, sentían que algo andaba mal, cuando quedamos solos los tres, y me dirigí hacia ellos.

-Señores, algo va muy mal, aunque me imagino que tienen una idea,  yo no puedo retirarme, porque tengo que averiguar que es, pero ustedes no tienen que quedarse, esto tiene olor a muerte, así que quien guste puede retirarse.

Me había resignado a quedarme solo, pero sorprendentemente todos accedieron a quedarse, ante esto, aproveche para planear algo. 

- No sabemos a que nos vamos a enfrentar, por lo que yo sugiero que haya alguien que sirva de testigo, y sugiero que seas tú, - le dije al golpeador-, ni el arquero ni nosotros tenemos las habilidades necesarias de supervivencia que tienes tu, sigilo, capacidad de pelea, velocidad y rapidez de reacción, es necesario garantizar que al menos alguien dará reporte de lo sucedido, y creo que eres el indicado. Así que estarás de espectador y si la situación está perdida, tu huirás a dar informes. De nada nos sirve morir todos en vano.

Aunque protestó mucho por esto, los demás estuvieron de acuerdo, y pensando en lo mejor para todos, no solo para nosotros, sino toda la gente que protegíamos, aceptó a regañadientes. Así que se puso en la mejor ubicación para ver todo sin ser detectado, el arquero buscó un sitio alto para estar vigilando, y los dos guerreros, nos pusimos en guardia por lo que vendría, y aunque siempre pensé que no le temía a la muerte, mis piernas temblaban, en lo que aguardabamos a lo desconocido...

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