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viernes, 12 de octubre de 2012

Paricutín

El estado de Michoacán entre otras cosas con las que cuenta en su territorio, tiene el "honor" de tener al volcán más joven del mundo, aunque los muy sabiondos dicen que realmente no es un volcán, para el común de nosotros si es. Este volcán "nació" el 20 de febrero de 1943, siendo testigo de su nacimiento Dionisio Pulido, un campesino que labraba las parcelas de un ranchito llamado Paricutín, cuando en dicho día, tras un terromoto, escuchó un fuerte estruendo y vio como no muy lejos de él la tierra se rajaba, comenzó a salir mucho vapor azufroso y a salir volando escombro. Rápidamente corrió a avisar a los residentes de lo que había pasado. En vano quisieron hacer algo por salvar lo que estaba sembrado, ya que en pocas horas, en donde había sido tierra plana , se había levantado ya un montículo de más de 5 metros de altura.

Los pobladores de ese lugar, se fueron al lugar más cercano, San Juan Parangaricutiro, mientras el volcán seguía en su proceso de erupción, en 8 meses de actividad el cono había alcanzado ya 365 metros de altura, y su continua expulsión de lava iba poco a poco sepultando el área alrededor de él,  además de arrojar nubes de cenizas y rocas incandescentes al aire. Al siguiente año de su actividad volcánica (de un total de 9), terminó sepultando otro pueblo, que es el que más se recuerda, llamado San Juan Parangaricutiro (vocablo indígena Purépecha, igual que Paricutín), ya que el flujo de lava enterró todo, a excepción de la parte alta del templo, quedando libre el altar, y las torres, aunque una estaba en construcción, mucha gente cree que fue destruida por el volcán, pero aún no estaba completa. Los habitantes de este poblado, más delante formaron otro pueblo San Juan Nuevo, que debe ser de los poblados más nuevos del estado.

Mucha gente de todo el mundo vino a registrar y analizar la erupción, y tras cesar su actividad, ha sido un sitio turístico desde entonces, ya que al cono del volcán se puede llegar de varios lugares, permitiendo rutas en coche, a caballo o de caminata, la jornada normalmente consiste en ir al cono, y atravesando el campo de lava que dejó el Paricutín, visitar las ruinas del templo, varios kilómetros más delante.


Como no podía faltar, en una ocasión fuimos de excursión a dicho sitio, y nos fuimos por la ruta de caminata, que parte de un pueblo llamado Zacán. En esa ocasión ibamos mi hermano, un primo y dos amigos. Llegamos allí temprano en un "Vocho" blanco, y como ya en ocasiones habíamos salido a otras excursiones con buenos resultados, esta pintaba igual, caminar unos pocos kilómetros por medio del campo de lava al volcán, ir a las ruinas de San Juan y regresar para llegar con buen tiempo a casa. La ruta hacia el volcán no representó mayor problema, aunque el terreno resultó ser más difícil de lo que esperábamos, ya que por todo el terreno abundan las superficies ásperas y filosas, por lo que una caida podía ocasionar lesiones más allá del simple moretón.

Cotorreando y hechando relajo llegamos al volcán, de poco más de 400 metros, el cual por lo empinado y lleno de cenizas y tierra suelta, resultó algo complicado de subir. Cabe recalcar que tanto el cono como la zona aun presenta cierta actividad y se ven pequeñas fumarolas de humo por toda la zona. Más tarde de lo que esperabamos llegamos a la zona, y puede observarse un paisaje mezcla entre desolador y fascinante, al ver toda la zona llena de lava, aunque la vida poco a poco retorna, viendose pequeñas motas verdes en un campo negro.
En actividad
Tras estar un rato arriba del volcán, después de comer algo y de admirar el paisaje, emprendimos la bajada para ir rumbo a las ruinas, el descenso fue mucho más rápido, tratando de no perder el equilibrio al enterrarse los pies en las cenizas. Llegando al suelo, emprendimos la ida hacia el templo. Tras un rato de marcha, el ánimo inical comenzó a decaer un poco, ya que por más que avanzabamos no se veían las ruinas por ninguna parte, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de un pequeño detalle, habíamos avanzando siguiendo unas señalizaciones en el terreno, pero en un momento vimos que las señales apuntaban a lados diferentes, como hay poblaciones a los alrededores, supongo que cada quien marca pa su  casa, en el camino de ida no había mayor problema, porque el cono era el punto de referencia, pero de vuelta, como las ruinas no se ven por lo accidentado del terreno, al estar siguiendo señales raras, terminamos dando un gran rodeo al terreno.

Seguimos caminando ya sin tantos ánimos, pudimos llegar a una zona alta  que nos permitió ver las ruinas y por fin llegamos a ellas. He de decir que impresiona ver como un edificio tan grande quedó prácticamente enterrado por la lava, y más al recordar que debajo de los pies existe todo un poblado sepultado, te recuerda lo poco que vale el hombre ante la naturaleza.

En plena erupción y vista aérea actual

Tras pasar un rato, emprendimos el regreso, un tanto por orgullo propio , no quisimos volver junto con un grupo de gente que se iba, sino lo hicimos solos, resultando en.... que nos volvimos a perder, ya en esta ocasión, ya del buen humor inical no quedaba casi nada y todos ibamos en silencio, y tras pasar por unos terrenos y apedrear perros para que nos hicieran nada, logramos llegar a una zona donde había un camino rural, y pedimos una aventón a una camioneta que nos dejó ya en la ruta correcta para llegar a donde habíamos dejado el coche. 

Sin embargo, paso lo que no queríamos, se nos hizo de noche así que eso ocasionó que nos dieramos otra perdida ya que la idea nunca fue estar de noche por allá, no llevabamos nada para iluminarnos, en esta ocasión, estuvimos caminando en círculos alrededor de la zona, afortunadamente, escuchamos música que nos sirvió para guiarnos hacia una casa, y tras darnos un susto porque nos recibieron con balazos (dijo el tipo que disparó al aire porque pensó que eran animales y los quería espantar, ya no quisimos discutir sus supocisiones), nos orientó hacia donde habíamos dejado el coche, que resultó no estaba a más de 500 metros de donde estabamos dando vueltas.
Las ruinas del templo

Suspiramos y maldiciendo mentalmente por estar tan cerca del coche sin haberlo visto, nos preparamos para volver, pero Murphy aún no nos dejaba en paz, resultó que el coche estaba ponchado, con un poco de gasolina , una botella y una garra pudimos hacer una antorcha y a la carrera cambiamos la llanta. Por fin pudimos salir de allí, y emprender el regreso a casa, para esto ya era más de las 9 de la noche. 

A la pasada, como la traiamos muy atrasada, llegamos a cenar unos tacos en un pueblo por el que pasamos, por poco y no nos toca nada, cenamos, y cuando por fin ya parecía que llegamos a la luz... que se "desclocha" el vocho, fue la cereza del pastel.  Afortunadamente fue cerca de una gasolinera, así que había algo de luz, mentando madres al por  mayor, le hicieron algunos arreglos hechizos al vocho y en pura tercera pudimos llegar a casa, alrededor de las 11 de la noche, con todo mundo preocupados (hay que recordar que fue en una época donde el traer celular era la excepción, no la regla),  pero por fin llegamos. cansados medio magullado pero bien paseados. Existía un video de ese paseo, pero desafortunadamente se perdió.
El coloso dormido

Así, fue como conocí el Paricutín, un gran atractivo turístico de nuestro estado, al que vale la pena ir, aunque sea para perderse. Aunque no hay de que preocuparse, para quien tenga menos espíritu aventurero se puede llegar en coche al pie del volcán, y "ahorrarse" alguna que otra de las penurias aquí narradas.




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