Te encuentras por la calle a un maestro que te dio clases en la preparatoria, tras pasar unos minutos recordando lo bueno y lo malo que pasaste con ese maestro, cuando te salabas sus clases, cuando te cachó copiando en el examen, etc., pero, una vez más, de repente te cae el veinte, y te llevas un chasco al comprobar que ya pasaron más años desde que te dio clases, que los que tenías de vida en el momento en que fue tu maestro.
O peor aún: ese maestro que nos hacía clases, ahora le hace clases al hijo de algún amigo o conocido... o peor aún, a nuestros propios hijos.
ResponderEliminarJa, yo ya caí en eso, la maestra de mi niña, me dio clases a mi en primero de primaria también.
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