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martes, 15 de noviembre de 2011

Un paseo por el cerro

Por estas fechas, hace ya varios años, en la familia de mi papá se acostumbraba hacer un paseo a un terreno que tenía mi abuelo en un cerro cercano a la ciudad donde vivían. En ocasiones además de para estas fechas se organizaba otro paseo entre abril y mayo, esta tradición familiar duró muchos años, donde también en ocasiones se invitaba a amigos de la familia.

Laa jornada comenzaba temprano, ya que había que recoger los elotes del maizal que sembraba mi abuelo, para rebanar los granos y molerlos ya sea en un molino manual que a veces llevaban o en el molino del rancho que estaba cerca. Ya una vez molido, se procedia a preparar la masa y a hacer los "huchepos" que son una especie de tamal pero que se hacen con elotes tiernos, tras quedar todo listo, se ponían a cocer en una ollota en la lumbre, junto con los demás guisos que se trajeran (que por lo general era carne de puerco con chile para compañar a los huchepos), mientras se cocían, se aprovechaba para pasar el rato, botanear, tomar algo, en fin, a disfrutar un rato del campo. Se comía, y tras pasar un rato más en la tarde, se regresaba a casa tras un ajetreado día campirano.


Para mi y los que eran cercanos a mi edad, aparte de estas actividades había más que conforme los años pasaban iban cambiando. Cuando eramos pequeños, la actividad consistía en cuanto llegabamos, irnos a jugar a "la resbaladilla", una lomita a la que le había escarbado un costado y quedo con arena suelta, por lo que todos nos ibamos a jugar allí, cuando nos enfadabamos de eso, muy cerca de allí, teníamos un "sandbox" literalmente de muchos metros cuadrados, ya que era la zona por donde las crecientes de agua pasaban y estaban depositados allí los sedimentos de quien sabe cuantos años de erosión de las piedras cercanas, por lo que teníamos "harta arena" para jugar, eso sí, acababamos hechos una mugre, para tristeza de nuestras respectivas mamás. Ya un poco más grandes, también haciamos caminatas por el campo acompañados de alguien mayor que nos cuidara.

Conforme crecimos un poco, a estas actividades de mero juego, se añadieron las de cooperar en la preparación de la comida, principalmente preparando las hojas para envolver los huchepos, aunque ya grandes, se añadieron labores, como el el tener que ir a cortar los elotes al maizal, para luego también tener que cargar los costales llenos desde allá, que era siempre un buen tramo, eso sí, con esto los huchepos sabían más buenos a la hora de la comida jeje.

Dentro de las actividades recreativas, también fueron cambiando al crecer, cuando dejo de ser tan divertido el estar todo el día resbalandose en arena, comenzamos a ir de exploración a unas barrancas cercanas a donde estaba el terreno, o de repent alguien se llevaba un rifle de diabolos o de postas y nos poniamos a tirar.  De esas excursiones a los barrancos se hicieron buenas aventuras =) , que siempre recordare con mucho gusto.

Estos paseos se mantuvieron muchos años como dije, hasta que  falto mi abuelo, y por como estaba la situación de la familia, ya no hubo quien estuviera al pendiente del terreno, y ante las primeras evidencias de que los que tenían terrenos o vivían cerca empezaron a hacer males, mejor se vendió el terreno, y esos paseos pasaron a quedar en los recuerdos, de unos domingos muy activos.

2 comentarios:

  1. Haaaa que buenos recuerdos cid, andar en la resbaladilla de arena no tenia precio, y después ir viendo como los sobrinos chiquitos agarraban ese lugar fue grandioso jaja, me acuerdo que la ropa quedabe puerca como 1 mes jaja

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  2. Si, varias generaciones se empuercaron en esa resbaladilla jeje.

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